En Tlalpujahua,
Había en la
época de la Revolución,
Un tendero que
trabajaba de sol a sol.
En esos años,
Las tiendas
eran las cantinas del pueblo,
Allí se reunían
los hombres para tomar tequila en las tardes.
Muchas
historias escuchó en muchos años,
Sin hablar, ponía atención de los sucesos narrados,
Unos reales, otros fantásticos.
Así escucho
miles de relatos,
Sobre tesoros
escondidos desde la colonia,
Sobre los
gases que produce el oro son venenosos.
La gente del
pueblo decía,
Que los tesoros
se convierten en cenizas,
Un día escuchó,
Que a las
afueras del pueblo,
Un hombre
encontró una olla llena de cenizas.
Que ese hombre,
Loco había
quedado por los gases,
Que él había
recibió al destapar ese recipiente de barro.
Que en el
campo,
Quedó tirada la
ceniza,
Que estaba
esparcida entre los maizales.
Así,
Fue al lugar a
ver el suceso,
A ver que de lo
cierto de lo contado por la gente.
Encontró la
ceniza esparcida,
La olla rota
por los golpes de la pala que la descubrió,
Y un hombre
gritando de locura:
“… El
oro se convirtió en polvo …”.
Sin más,
El tendero
recogió la ceniza,
La llevó a su
negocio en donde oculta la tuvo.
Los días
pasaron,
La ceniza
continúo siendo ceniza,
Pensó que era
mentira lo que el demente gritaba.
Pretendió tirar
la ceniza,
Pero decidió
guardarla en una garrafa gigante de tequila,
En la que se
distribuía ese preciado líquido en esa época revolucionaria.
Dijo: “… algún
día vendrá el dueño del tesoro …”.
Así,
Dejó la botella
en una esquina de la tienda,
Un día,
Cuando viejo ya
era,
Llegó a tomar
tequila un hombre ebrio quien preguntó:
“… oiga asted,
Cómo le hizo
para meter esas monedas de oro en esa botella,
Pues la
boquilla es muy angosta …”.
El tendero
exclamó:
“… Por
fin ha llegado el dueño del oro,
Haber repítame
lo que ha dicho …”.
“… Sí,
¿Cómo le hizo para meter ese oro que está en
esa botella?
Eso es muy difícil …”.
Así el
comerciante convenció al hombre ebrio,
Qué él debía
sacar el oro insertado en la botella.
Que se tendrían
que repartir las monedas en partes iguales.
El hombre,
Procedió a
romper la botella,
Y procedió a
sacar el oro que en ella se encontraba.
Para luego
repartir,
Las monedad
como se había acordado,
En partes
iguales.
Así,
La moraleja del
pueblo de México,
Consiste en:
“… Que donde alguien ve cenizas para otros
puede haber oro …”.
Lázaro Raúl
Rojas Cárdenas.
Julio de 2013.
[1] Con afecto para los pueblos mazahuas de los Estados de Michoacán y del Estado de México.
NOTA: La redacción es del autor, la historia es del pueblo de México y las imágenes fueron tomadas prestadas de diversas páginas electrónicas, solo para su lectura en internet..
NOTA: La redacción es del autor, la historia es del pueblo de México y las imágenes fueron tomadas prestadas de diversas páginas electrónicas, solo para su lectura en internet..
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