viernes, 29 de mayo de 2015

LAS VIEJECITAS


LAS VIEJECITAS[1].

Cuenta la leyenda,
Que en las noches de frío
Y viento embrujado,
Se ven dos lucecitas a lo lejos,
En el camino del río,
Al moverse los chamizos con el viento.

Dos lucecitas,
Que cuando se acercan,
Son en realidad las luces,
De dos velas consumadas,
Cuyas flamas van y vienen,
Con el soplar del viento.

Así,
Al estar las luces cerca,
Se ven dos viejecitas,
Una más joven que la otra,
Pero al fin y al cabo viejecitas,
La más joven jalando a la más viejita.

Las sombras,
Que reflejan las flamas,
Dejan ver la vejez de su ropa,
De huipiles y rebozos,
Que ya no se utilizan,
En esta época.

Así,
Quienes se han cruzado en su camino,
Han sentido un escalofrío,
En el interior de su alma misma,
Y aun cuando vengan alegres de mezcal,
La sobriedad regresa al instante.

Pero en realidad,
Se trata de dos viejecitas educadas,
Que cuando están cerca,
Dicen:

“… Buenas noches,
Viene del baile joven …”.

Y al mirarlas,
El viento frío,
Permite ver su rostro
En arrugas blancas,
Y el cuerpo,
Nuevamente se estremece.

Pero así,
Continúan su caminar,
Al movimiento del viento,
Que las lleva,
Con el vaivén de las ramas de los chamizos,
Que forman remolinos.

Y,
Poco a poco,
Las flamas se transforman en lucecitas,
Que se alejan,
En el río embrumado,
Y luego desaparecen entre los matorrales. ….


Lázaro Raúl Rojas Cárdenas.
21 de junio de 2013.






[1] Leyenda de Magdalena Yodocono, Villa de Porfirio Díaz, Oaxaca; la redacción es del autor, la leyenda se recata de la tradición oral de mi pueblo para su difusión.

LAS MISAS GREGORIANAS (http://santamariadelconsuelo.blogspot.mx/2013/11/novena-de-animas.html).


LAS MISAS GREGORIANAS[1].

El miércoles de cada semana,
Era el día de oración en la iglesia del Señor de la Cuevita [2],
En la tarde de ese día al caer la noche,
Se reunían los hermanos de la renovación cristiana.

Había cantos,
Alabanzas al ser supremo de la creación,
Se oraba, se pedía por las necesidades del mundo,
Se imponía las manos a los presentes.

Se leía la Biblia,
Se rezaban las oraciones escritas,
Se oraba con el corazón,
Y se cantaba al Padre.

Muchas fueron las reuniones,
En que el alma fortalecí,
En que la tranquilidad a mi ser llegaba,
En que aprendí algo importante de mi religión.

Así,
En una de tantas reuniones que asistí,
Un hermano presente preguntó al Padre,
… Señor explíquenos sobre las misas Gregorianas …”.

El sacerdote,
Hombre maduro pero aun joven,
Explicó que se traba de misas cuya finalidad,
Era ayudar a los difuntos para aliviar su alma en pena.

Y comentó,
“… Ahora se encuentran restringidas,
Pues muy frecuentemente sucedían cosas extrañas,
Cosas inusuales que se presentan luego de esas misas. …”.

Así,
Callado se quedó un instante,
Para luego contar la historia,
Que en su juventud vivió al celebrar misas Gregorianas.

El párroco,
Procedió a narrar una bella historia desde el interior de su alma,
Sin precisar fecha ni lugar,
Remontándose así a su juventud.

Continuó señalando:
… En esa época,
En qué joven era recién recibido del Seminario,
Fui designado a una provincia de México …”.

“… Por encomienda,
Celebré diversas misas Gregorianas,
Las que deben ser varias,
Pues así está estipulado en la Religión …”.

Luego siguió comentando:
“… Antes de terminar ese periodo de misas,
En la parroquia llovió de forma torrencial,
Con granizo y caían fuertes rayos que estremecían al ser mismo …”.

Así llegó la madrugada,
Y en el sonambulismo de la noche,
Se escucharon unos fuertes golpes en la puerta,
“… Padre, padre, habrá es urgente …”.

Al abrir la puerta el hombre de Dios,
Entre la oscuridad y los rayos de la noche,
Atendió a un campesino ya viejo con sombrero de palma,
Que portaba un impermeable hecho a base de ramas secas.

“… Padre en la sierra de donde yo vengo,
Está en agonía un hombre,
Que necesita que usted lo confiese y le de los santos oleos,
Pues está en agonía. …”.

El párroco sin pensarlo,
Por tratarse de su encomienda que tiene con el Padre supremo,
Salió en compañía del campesino camino a la sierra,
Montado en un burro que su guía le proporcionó.

El hombre hablaba poco,
Sólo se concretaba a decir,
Que el camino era largo y que eran varias horas de viaje,
Pero que iban a llegar con bien.

Entre veredas,
En la oscuridad de la noche,
Soportando la lluvia, entre la granizada y los rayos ensordecedores,
Entre la iluminación repentina y el viento helado viajaron.

Caminaron por horas,
Pasando por cerros, peñascos y barrancas,
Entre arroyos y la vegetación exuberante,
Y así vieron a lo lejos una pequeña casa.

Se trataba de un jacal de adobe,
Con techo de ramas,
Que yacía en la parte alta de un monte escarpado,
Oculta entre la maleza del exuberante lugar de la naturaleza.

“… Allí se encuentra la casa …”,
Exclamó el guía al sacerdote,
“… hay que subir a cuestas,
por esta vereda Padre. …”.

Llegaron así al lugar sofocante,
Exclamando el acompañante,
“… Aquí está la casa Padre, yo lo espero aquí a fuera,
El enfermo está a dentro …”.

El sacerdote siguió el camino,
Entró a la casa alumbrada en el interior con una vela,
En el fondo yacía en un petate un hombre en agonía,
Estaba en su lecho de muerte.

El clérigo procedió a confesar al enfermo,
Le proporcionó la santa comunión,
Lo absolvió de sus pecados,
Y le impuso los santos oleos.

Dio la bendición al enfermo,
Rezó y oró ante él,
Pidió a Dios por los pecados confesados,
Y se despidió del hombre en agonía.

El abate expresó:
“… hijo mío tus pecados te han sido perdonados,
Puedes ir en paz al encuentro con el señor …”.
Se despidió del hombre y salió de la casa.

Al salir de la choza,
Aun en la obscuridad,
Ya con la brisa de la lluvia torrencial que había concluido,
No se encontraba su acompañante en la puerta.

El padre continúo su camino,
Bajó de la cumbre entre el lodo y los riachuelos formados,
Pues el camino al valle era largo,
Y por fin llegó esclareciendo la mañana.

Prosiguió el camino a la parroquia,
Y de frente encontró a unos arrieros,
Que llevaban su ganado a pastorear a la maleza,
Hombres que conocían al Padre por ser el párroco del lugar.

Exclamaron:
“… Buen día Padre,
Que le trae tan lejos de la iglesia,
Tuvo usted algún problema …”.

El hombre de Dios respondió:
… Buen día hijos,
Viene hasta aquí para ayudar a bien morir a un hermano de ustedes,
Que vive en esa casa que a lo lejos se observa …”.

Los hombres con asombro respondieron:
“… Pero Padre, en esa casa tiene muchos años que nadie vive,
Ese era el escondite de un hombre muy malo que robaba en la sierra,
Pero en esa misma casa murió herido. …”.

… Pero como …”, respondió el Padre,
“… Hace unos instantes estuve allí confesando a un hombre …”,
Los arrieros sostuvieron su afirmación,
Convenciendo al párroco para regresar a la choza.

Entró nuevamente el Padre a la casa,
En compañía de dichos campesinos,
Pero ahora la misma estaba vacía,
Maltratada por el paso del tiempo.

El lugar estaba desolado,
El techo se caía por la lluvia,
Y enmudeciendo el clérigo,
Quien se estremeció en su cuerpo profundamente.

Luego de un rato,
Continuó narrando el Padre que en la misma casa exclamó:
“… Este es uno de los tantos misterios del ser supremo,
Que aun en la muerte perdona los pecados …”.

Así continuó diciendo:
… Eran tantos los deseos de ese hombre malo,
De que Dios le personara,
Que el mismo creador le permitió regresar para ser confesado …”.

… Esos pecados perdonados,
Aún en esa extensión de vida que Dios autorizó,
Le fueron perdonados en vida,
Por un arrepentimiento verdadero …”.

Y señaló:
… Qué tan grande es Dios,
Que aun en nuestra muerte,
Puede permitirnos regresar para arrepentirnos,
De nuestros pecados …”.

Y finalmente concluyó:
“… Hijos no esperen a morir,
Para que Dios los perdone,
Arrepiéntanse ahora mismo de todos sus pecados. …”.

Finalizando,
Que esa era la historia,
Que sobre las mismas Gregorianas,
A él le había tocado vivir. ….

Lázaro Raúl Rojas Cárdenas.
Julio de 2013.



 (http://santamariadelconsuelo.blogspot.mx/2013/11/novena-de-animas.html).

Cuento de la obra intitulada "SENTIMIENTOS", registrada en México.

[1] En la religión católica se trata de misas ofrecidas por el alma en particular de una persona con posterioridad a su muerte.
[2] Iglesia en el centro de Ixtapalapa.