Cuenta la leyenda,
Que en las noches de frío
Y viento embrujado,
Se ven dos lucecitas a lo lejos,
En el camino del río,
Al moverse los chamizos con el viento.
Dos lucecitas,
Que cuando se acercan,
Son en realidad las luces,
De dos velas consumadas,
Cuyas flamas van y vienen,
Con el soplar del viento.
Así,
Al estar las luces cerca,
Se ven dos viejecitas,
Una más joven que la otra,
Pero al fin y al cabo viejecitas,
La más joven jalando a la más viejita.
Las sombras,
Que reflejan las flamas,
Dejan ver la vejez de su ropa,
De huipiles y rebozos,
Que ya no se utilizan,
En esta época.
Así,
Quienes se han cruzado en su camino,
Han sentido un escalofrío,
En el interior de su alma misma,
Y aun cuando vengan alegres de mezcal,
La sobriedad regresa al instante.
Pero en realidad,
Se trata de dos viejecitas educadas,
Que cuando están cerca,
Dicen:
“… Buenas noches,
Viene del baile joven …”.
Y al mirarlas,
El viento frío,
Permite ver su rostro
En arrugas blancas,
Y el cuerpo,
Nuevamente se estremece.
Pero así,
Continúan su caminar,
Al movimiento del viento,
Que las lleva,
Con el vaivén de las ramas de los chamizos,
Que forman remolinos.
Y,
Poco a poco,
Las flamas se transforman en lucecitas,
Que se alejan,
En el río embrumado,
Y luego desaparecen entre los matorrales. ….
Lázaro Raúl Rojas Cárdenas.
21 de junio de 2013.
[1] Leyenda de Magdalena Yodocono, Villa de Porfirio Díaz, Oaxaca; la redacción es del autor, la leyenda se recata de la tradición oral de mi pueblo para su difusión.
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