lunes, 1 de junio de 2015

EL NAHUAL (POEMA DE LA OBRA INTITULADA SENTIMIENTOS).



EL NAHUAL[1].


En mi adolescencia,
Conocí a un gran hombre,
Un campesino anciano,
Muy trabajador pero ya cansado,
Que narraba,
Miles de cuentos de fantasmas,
O historias fantásticas,
Que contaba con gran maestría.


Así,
Relataba los sucesos vividos y escuchados,
Desde su infancia,
Pues en sus pláticas describía,
 Si era de día o llovía o si viento había,
Y mezclaba historias prehispánicas,
Con la Guerra de Reforma,
La Revolución Mexicana,
Y tal vez de la propia conquista.

Fue un hombre que quizá,
Bien encausado,
Hubiese llegado a ser,
Otro Don Andrés Henestrosa,
Pero del Estado de Guerrero,
Allí donde como él decía,
Que los problemas se arreglan y se heredan,
A golpes de fuertes machetes.

Así,
Era conocido,
Por la gente del pueblo,
Como el Nahual,
Término que en la mitología,
Ancestral mexicana,
Se refiere al hombre,
Que en las noches se transforma en animal,
Para asustar y hacer el mal.

Mucha gente lo afirmaba,
Desde el cacique del pueblo,
Hasta el maestro de la primaria,
Incluso sus propios compadres,
Que en la misma mesa comían,
Disfrutando de tortillas hechas en el comal,
Frijoles negros de olla de barro,
Y salsa roja molcajeteada.

A veces contaba,
Sobre el amo de la montaña,
Sobre el charro negro que se cobraba los regalos,
Sobre el hombre que por no pagarlos,
Se transformó en una animal de corral,
O sobre la fiesta de diablos en el interior de una caverna,
Sobre el dinero encantado,
Y los gemidos de la propia llorona.

Muchas tardes lo escuché,
Llegaba especialmente para narrarme sus historias,
Avece en los caminos entre cañaverales,
Otras cuando me acompañaba en mis andanzas,
Y así en confianza,
Un día le pregunté,
Oiga “Don Mace”:
¿Por qué plática tantos cuentos de fantasmas?,
¿Cuántos fantasmas ha visto Usted?.

Así, el hombre,
Con gran seriedad que nunca antes se le había visto,
Después de un largo rato,
En que callado se quedó,
Con la mirada cristalina penetrada en el horizonte,
Me respondió,
“… Yo nunca he visto nada,
Todo me lo han contado,
Desde mi niñez. …”.

Pero debo recordar,
Que en su lecho de muerte,
Narró una historia fantástica,
En que soñando se vio volando en los aires,
En que se sintió un ave gigante,
Cruzando todo el territorio nacional,
Para despedirse de su hijo,
Quera indocumentado era en un país vecino.

Tiempo después el propio hijo comentó,
Mi padre me vino a ver en mis sueños,
Supe que él había muerto,
Cuando él se despidió de mí. …

¿Yo me pregunto!?,
¡Acaso eso no es ser Nahual!,
Aun cuando ello sólo sea en los sueños.

… ¡Pues yo quisiera así volar tan real en mis propios sueños
Como mi amigo Don Mace dijo hacerlo en los suyos! …



Lázaro Raúl Rojas Cárdenas.
Junio de 2013.

 (Imagen del Nahual del Código Borgia http://es.wikipedia.org/wiki/Nahual).




[1] A Don Macedonio de la Cruz, un gran amigo por siempre de Itzamatitlan, Morelos, México.

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