Narraba en las noches,
El bisabuelo de mi esposa,
A la luz del fogón,
Tomando su café cargado.
Que en la madrugada,
A principios del siglo pasado,
Caminaba al potrero,
En su caballo negro.
Con el susurro del viento,
Que movía a los árboles de mango,
Relinchaba su potrillo,
Quien detenía sin razón su paso.
Y entre el murmullo,
Del viento frío de la madrugada de invierno,
Escuchó llorar a un niño,
Que desnudo estaba entre los matorrales.
Al mirarlo,
Exclamo sin pensar:
“… Que madre desnaturalizada lo ha parido…”
Y bajo del caballo para tomarlo en sus brazos.
Cobijo al niño con sus ropas,
Pero el viento frío lo cubrió de nuevo,
Y el caballo relinchaba más fuerte,
Y se oponía a ser montado.
Cuando el niño,
Con su voz más tierna le dijo,
“… mira mis colmillitos …”,
Y el viento estremeció nuevamente su cuerpo.
Arrojo al niño,
Con todas las fuerzas que nacieron de su alma,
Pues cómo era posible,
Que un niño recién nado hablara y tuviera colmillos.
Y en su caballo,
A galope fuerte,
Se alejó del viento frío,
Y el niño llorando con su cascabell se quedó en los matorrales.
Lázaro Raúl Rojas Cárdenas.
21 de junio de 2013.
Escalofriante cuento poema. Felicidades, encantada de leerle estimado autor, un cordial saludo.
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