De mis alumnas,
Hay una en
especial,
Que recuerdo
siempre con gran cariño,
Pues en noches
de desvelo,
Inmortalizó por
siempre,
Los apuntes de
mi cátedra universitaria.
Con gran
atención tomaba cada día nota,
De gran
educación y respeto,
Que desde
luego,
Son los valores
que le han ceñidos desde su infancia,
Pues debo
recordar,
Que la
educación se recibe con leche materna.
Era una bella
rosa,
Que adornaba el
aula,
Como los
floridos vestidos que portaba,
Pero sobre todo
de gran inteligencia,
De humildad
interna,
Y de gran
tenacidad externa.
Así, a veces,
Se cruzan en la
vida,
Grandes y
maravillosos paisajes,
O pensamientos
inmortales que no son anotados,
Pero sin pensar
y sin razón alguna se dejan pasar,
Cuando en
realidad son de las cosas más bellas de la propia vida.
“Pegunto a mi
Dios”,
Que son las mismas
palabras que algún día le escuché,
¿Por qué no me
permitió conocerla fuera del aula?,
Tal vez él así lo
decidió,
¡Por qué sabía
que era una bella persona!,
Y tal vez él así
lo dispuso,
Por su propio
bien, …
“Pues sabía que yo le podría amargar el alma
misma”.
Lázaro Raúl
Rojas Cárdenas.
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